martes, 9 de octubre de 2012

Desvalorización Docente

                                 DESVALORIZACIÓN  DOCENTE
“Un maestro tiene que ocupar en la consideración social el mismo lugar que ocupa el medico. no veo por qué va a ser más importante tratar con seres enfermos que con seres sanos”
                                                                                                                               Manuel Sadovsky.


En el texto me propongo narrar ciertas cuestiones que afectan al oficio docente con la ayuda de los aportes de teóricos, prácticos y expertos en la educación.
  En el siglo en el que nos encontramos se discute mucho el rol y trabajo que desempeña el docente, interrogantes que me planteo ante esta cuestión. ¿Cuál es la especificidad de la tarea docente? ¿Por qué no es considerada como un verdadero profesional?
  Sabemos que los médicos, abogados, economistas, etc. No se pone en juego, en esta clasificación, el prestigio de dichas profesiones. Me pregunto ¿Por qué no sucede lo mismo con el docente? ¿Qué razón del inconsciente social provoca esta desvalorización de la profesionalidad de quien realiza la tarea más importante, la tarea fundamental del desarrollo integrador de la persona? Mientras que en expresiones escuchamos: Sin educación no habrá sociedad y sin docentes no habrá educación. La realidad es de otro color.
  Dice António Nóvoa que existe en la actualidad una retórica cada vez más abundante sobre el papel fundamental que los profesores están llamados a desempeñar en la construcción de la “sociedad del futuro”, existiendo un exceso de discursos que esconde la pobreza de la prácticas políticas, observando a los profesores con desconfianza, acusados de ser profesionales mediocres y de tener una formación deficiente.
  Ante todas estas cuestiones el docente percibe de alguna manera esta conceptualización como indigna llevando a que algunos docentes pueden desestabilizarse frente a estas situaciones, sin saber como actuar, perturbados, confundidos, con miedo de estar al frente del alumnado.
  La propuesta de este ensayo es ir proporcionando herramientas y saberes para aprender y reflexionar sobre la complejidad de la tarea de enseñar.
  Birgin Alejandra y Dússel Inés, parten en considerar la formación para la docencia como un proceso complejo, que no solo incluye la formación en instituciones específicamente diseñadas para ese fin, sino que la trasciende al involucrar procesos formativos múltiples que se desarrollan en diversos contextos.
  Imbernón, Francisco habla de la función docente, siendo el ejercicio de unas tareas de carácter laboral educativo al servicio de una colectividad. La tarea del docente es propia del profesional, siendo esta amplia y crítica, tratándose de actividades permanentes, públicas y compartidas. Esta función a su vez comporta conocimientos pedagógicos, compromiso ético y moral, necesidad de corresponsabilidad social y componente práctico.
  A demás el profesional debe actuar como mediador, debe poseer un conocimiento disciplinar, analizar y proponer valores, considerando la importancia de que todo maestro debe conservar tres saberes: pedagógico, disciplinar e institucional.
  Tomando los aportes de Birgin y Dússel, la educación en si, implica siempre un ejercicio de poder, un acto de autoridad que conlleva una responsabilidad: la de asumir la tarea de transmitir/enseñar algo a los otros. La responsabilidad de los educadores no es cumplir un mandato, sino analizar cuál es la transmisión cultural que debe tener lugar hoy, con que contenidos, con qué formas de autoridad.

  Muchas veces pasa que hasta los mismo padres contradicen y pretender dominar ciertas cuestiones, como exigiendo la defensa de los valores, de la tolerancia y del diálogo, reclamando incluso la restauración del orden y de las normas de disciplinas, siendo muy cierto este aporte de Novóa, António que los mismos padres son los que dejan a los hijos ver películas de extrema violencia o que se diviertan con juego de tipo Mortal Kombat, estando completamente de acuerdo en que la escuela y los profesores no pueden suplir la ausencia de otras instancias sociales y familiares en el proceso de educar a las generaciones más jóvenes. Ninguno puede cargar sobre sus hombros misiones tan amplias como las que son encomendadas a los profesores y que ellos mismos, a veces, se atribuyen.
  Otorgándole importancia a los aportes de Isabelino Siede, múltiples son las representaciones sociales que se le señala a la educación. Docentes, estudiantes y grupos familiares tienen una idea general de lo que esperan encontrar en cada tramo formativo. Dice, además que la formación en la ciudadanía tiende a ampliarse hacia arriba y hacia abajo, incluyendo tanto a la escuela media como al nivel inicial. Asimismo se piensa, quizás más claramente para los grupos familiares, que el jardín es un lugar de juego, juzgando al mismo tiempo que a los jardines los chicos “solo” van a jugar. Siendo un pensamiento erróneo, debido a que el nivel inicial se responsabiliza por los aprendizajes sociales, emocionales, intelectuales y físicos que debe concretar el niño a esa edad.
    Pienso que todo lo que sucede dentro de la escuela, del aula, no se tiene en cuenta, no se valora el sacrificio, el amor y las ganas que las maestras demuestran todos los días en su labor, afirmando dicho pensamiento con frases que me quedaron grabadas de maestras con más de diez años en la profesión, en un encuentro de taller integrador oyendo palabras como:
No se valora la formación integral de la persona. La sociedad en general desvaloriza la función docente. A los padres les falta información sobre lo que se enseña desde el nivel inicial. La sociedad y el gobierno no piensan la complejidad de la carrera. Muchas veces nos etiquetan…
  Concluyendo con el ensayo, me pareció de suma importancia un fragmento de Francisco Imbernón: “El sistema educativo requiere un profesor con alto grado de capacidad de actuación y reflexión sobre su práctica, de adaptabilidad a las situaciones conflictivas y cambiantes del aula y del contexto social. Los conocimientos de la profesión docente se sitúan en la intersección de la teoría y de la práctica, de la técnica y del arte. Se trata de un conocimiento complejo a práctico, de un saber y de un saber hacer”.
  Propongo ante estas cuestiones abrumadoras que todos unidos revaloricemos nuestro rol a partir de nuestra profesión trabajando en equipo, juntos, docentes y la familia, a nivel de la sociedad, reflexionando sobre lo importante que es la educación y por ende la profesión. Logrando así, una representación social de los docentes acorde con su rol en la institución, comprendiendo integralmente al sistema educativo.
  Espero que esto haya abierto una puerta, que eche usted una ojeada a lo que se encuentra después de ella, puerta que conduce a ser enteramente vital en la clase y también a ser uno mismo con más plenitud. Es probable que haya quienes quieran cerrar esa puerta, porque lo que se haya del otro lado les parece demasiado peligroso, demasiado emotivo, causa de excesivos temores, y porque los caminos que conducen a ello se presentan como muy inciertos y desconocidos. Otros tal vez quieran espiar cautelosamente e intenten dar algunos pasos a manera de ensayo. Y aún habrá otros que piensen “esto es lo que yo preciso”. (Rogers, Carl)
 



BIBLIOGRAFÍA
·         Birgin, Alejandra y Dussel, Inés: “Rol y trabajo docente”
·         Imbernón, Francisco “La formación y el desarrollo profesional de profesorado” Cap. ll “Maestro de todo: sabio de nada. La función docente”.
·         Rogers, Carl “Libertad y creatividad en la educación en la década de los ochenta”. Cap. lll “Como maestro, ¿Puedo ser yo mismo?
·         Novoa, Antonio: “La nueva cuestión central de los profesores. Exceso de discursos, pobreza de prácticas”.
·         Isabelino Siede: “Articulaciones, filtraciones, contrastes y aportes entre los niveles inicial y primario”.